Desde Septiembre en Europa ya no será posible comprar focos halógenos. El objetivo es que los consumidores se decanten por tecnologías más actuales y eficientes como es la iluminación LED.
Hace unos años nos despedimos de las bombillas incandescentes y ahora nos toca decir adiós a los focos halógenos.
La principal alternativa es el LED, que puede suponer un ahorro de hasta el 80% de electricidad. La clave de esta tecnología es que el 98% de la energía se emite en forma de luz y no de calor, por lo que la mayor parte de la electricidad gastada se emplea en iluminar. Además, su duración de 30.000 horas es superior en más de tres veces al de una bombilla estándar. Como punto negativo se encuentra su precio, más alto, que se compensa a final de mes en la factura de la luz.
Otra posibilidad es instalar bombillas de bajo consumo, aunque tardan más tiempo en ‘calentarse’, es decir, en emitir su máximo de luz. Además, contienen mercurio, un elemento químico muy contaminante que debe ser reciclado adecuadamente.
De una forma u otra, la Comisión Europea calcula que una instalación más eficiente en los hogares permitiría ahorrar unos 115 euros de media durante la vida de uso de las bombillas. Además, se ahorrará el equivalente al consumo anual de electricidad de Portugal.
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